Conducta agresiva. La “Tela de araña”

En relación al tema anterior, me gustaría comentar otro tema tratado en la exposición de “Jóvenes en conflicto”. Entre los delitos que cometen los adolescentes hoy en día se encuentra los delitos de robo, como comentaba la fiscal almeriense en la anterior entrada, delitos en contra de la libertad sexual, y cada vez más se producen delitos de agresión, ya que son numerosas las peleas entre éstos, ya sea por enfrentamiento entre bandas o por el simple hecho de conflictos individuales por temas de drogas, por exceso de alcohol o por conflictos relacionados con las relaciones sentimentales. En definitiva, quiero destacar el ambiente de violencia y agresividad que se respira tanto dentro como fuera de las aulas. La violencia es un comportamiento deliberado que resulta, o puede resultar, en daños físicos o psicológicos a otros seres humanos, o más comúnmente a otros animales o cosas (vandalismo) y se lo asocia, aunque no necesariamente, con la agresión, ya que también puede ser psicológica o emocional, a través de amenazas u ofensas. Y la agresividad se conoce como la tendencia a actuar o a responder de forma violenta a un estímulo. Esta conducta agresiva tiende a manifestarse en comportamientos antisociales y delictivos, para los cuales se han intentado formular diferentes teorías sobre cómo y qué los origina, lo cierto es, que de una forma u otra, estas conductas provocan conflictos y problemas, tanto a los individuos que las llevan a cabo como a los que están a su alrededor. Ni que decir tiene que , ante estos conflictos, yo pienso que la mejor medicina es una educación preventiva, basada en el respeto y en la tolerancia, en la solución de conflictos de manera pacífica y en la comunicación, y en el caso de que sea demasiado tarde para prevenir, una buena intervención educativa que suponga la recuperación de los valores antes mencionados, será la mejor solución. Como en el caso del Bullying, donde la conducta agresiva juega un componente crucial, o en la delincuencia adolescente.
Y todo ésto lo retomo debido a un caso que vimos en clase, y sobre el cual realizamos una actividad, una dinámica de grupo cuanto menos interesante. Se trata del caso de una chica que saltó a los medios de comunicación por su peculiar manera de ver la vida desde el conflicto , las peleas y en definitiva las conductas agresivas.
A continuación adjunto el link:


http://www.youtube.com/watch?v=OasDvGxhSG0



En clase realizamos una dinámica llamada “La tela de araña” que consistía en intervenir sobre un caso hipotético en el que ésta chica agrede a una/un compañero/a de clase, desde diferentes grupos (La sujeto, la familia, el grupo de iguales, Los servicios sanitarios, los servicios judiciales y los servicios sociales) pasándose la madeja entre ellos, representando el hipotético método de intervención donde los recursos se acababan cuando se acababa el hilo de la madeja. Entre todos los grupos intentaban resolver la situación con los diferentes conflictos encontrados en el desarrollo.
Estuvo bastante entretenida, y fue una forma muy gráfica de representar la dificultad y la coordinación entre diferentes elementos de la intervención.
A continuación, no he podido resistir, a modo de parodia, este segundo video interpretado por un señor de 65 años, que nos hace ver como se considera éste segundo fuera de contexto y a modo broma , y el primero como algo real, y esto puede ser debido a la normalización de la violencia entre jóvenes, y cómo la consideramos menos importante y más normal, pensamiento sobre todo apoyado por los miembros de dicho colectivo, los adolescentes.

El más chulo de Gijón:
http://www.youtube.com/watch?v=yrKoRh5qKuI
Dejándo atrás las bromas, no me gustaría zanjar este tema sin hacer referencia al conocido como síndrome de emperador. Concepto que ya tratamos en el primer cuatrimestre, con el caso de aquel chico condenado por pegar a su padre. Este tipo de conducta violenta se da cada vez con más frecuencia en adolescentes, siendo focalizadas tanto a iguales como a profesores e incluso a miembros de su familia. En este sentido, también planteo la importancia de, además de la intervención personalizada para cada caso, la intervención educativa dirigida a la prevención de estos habitos de conducta, cada vez, mñas normalizada en nuestro sociedad.

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